Llamamos Inversión Extranjera Directa (IED) a
los flujos de capitales provenientes de otros países que ingresan al país para
radicarse en forma de filiales de empresas extranjeras o generar algún tipo de
inversión en el país para producir algún bien o servicio.
En Latinoamérica y específicamente en Argentina,
tenemos miles de ejemplos de Inversiones Extranjeras Directas (IED) a lo largo
de toda la historia. Empresas como Ford Argentina, los bancos de capital
extranjero, etc., son todas filiales de empresas de capital extranjero, que
actúan en el país hace décadas.
Existe el mito, fogoneado por los medios de
comunicación y los economistas liberales, partidarios de la desregulación de
los mercados, de que Latinoamérica sólo puede crecer y desarrollarse si aumenta
la Inversión Extranjera Directa (IED).
Esto es un mito, no es la realidad, lo cual no
significa que recibir IED productiva sea negativo.
Recibir Inversión Extranjera Directa no es
imprescindible para el desarrollo del país, ni es negativo, sino que los
efectos de dicha IED dependen de cómo se aplique y cómo la regule el estado, ya
que debe regularse, a diferencia de lo que dicen los neoliberales.
Es positivo para el crecimiento y el desarrollo
del país recibir IED que genere innovaciones tecnológicas y puestos de trabajo
relacionados con los planes del gobierno para diversificar la matriz productiva
del país. Es más positiva cuando un alto porcentaje de sus ganancias las
reinvierten en ampliar sus capacidades de planta en el país, aumentando la
Oferta Agregada, en lugar de llevarse la totalidad de sus ganancias al
exterior.
Justamente hay tres serios problemas que han
tenido en Latinoamérica y en Argentina en especial las Inversiones Extranjeras
Directas (IED):
1) El primer problema es
que en la mayoría de los casos, por ejemplo en el caso de las empresas de
servicios públicos privatizadas en la década del 90, no han reinvertido sus
ganancias en el país, sino que han remitido la totalidad de dichas ganancias al
exterior, lo cual crea problemas en la balanza de pagos por la salida de
dólares.
2) El segundo problema, es
que al no reinvertir ganancias, no han hecho innovaciones tecnológicas
importantes, y en muchos casos se han dedicado a la extracción de recursos
naturales sin generar valor agregado (caso de Repsol YPF, actualmente
recuperada para el Estado argentino con la expropiación legal).
3) El tercer problema
consiste en que muchas IED en lugar de venir al país a generar un nuevo
emprendimiento productivo, generando más producción, lo que hacen es comprar o
absorber a empresas de capital nacional.
En esos casos, si no hay aumento de capacidad de planta, no hay aumento del
valor agregado ni de puestos de trabajo, sino que dejamos de tener empresas de
capital nacional, para que pasen a ser de capital extranjero. Y surge ahí
nuevamente el problema del envío de sus ganancias al exterior.
Según el estudio “La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2011”
de la CEPAL,
América Latina y el Caribe recibió 153.448 millones de
dólares de inversión extranjera directa (IED) en 2011, cifra que representa 10%
de estos flujos mundiales.
Los principales receptores de inversión
extranjera directa en la región en 2011 fueron Brasil (66.660 millones de
dólares, que representan 43,8% del total de flujos a la región), México (19.440
millones de dólares), Chile (17.299 millones de dólares), Colombia (13.234
millones de dólares), Perú (7.659 millones de dólares), Argentina (7.243
millones de dólares), Venezuela (5.302 millones de dólares) y Uruguay (2.528
millones de dólares). De estos países, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay
alcanzaron récords históricos.
Nuevamente los medios de comunicación
hegemónicos critican la política económica del gobierno argentino de
intervención en la economía, manifestando que el resultado de esta política es
que Argentina es uno de los países que recibe menos IED. Brasil recibe mucho
más, como se ve en los datos, pero justamente lo que no dicen los liberales es
que esa desmesurada IED le ha creado a Brasil serios problemas de
capitales especulativos, que ahora ha decidido comenzar a regular. Esto no
significa negar que la IED le ha permitido a
Brasil, como a otros países, ayudar a aumentar su PBI.
En síntesis, es positivo seguir recibiendo
Inversión Extranjera Directa (IED), y de hecho la IED sigue entrando a la
Argentina. Pero el estado debe regular los flujos de capitales, y debe orientar
la inversión privada, tanto la nacional como la extranjera, de acuerdo a la
política de desarrollo nacional.
La IED tiene efectos positivos en la economía
cuando amplía la capacidad de planta de la industria, cuando ayuda a generar
una matriz diversificada de producción, cuando aporta conocimientos
tecnológicos e innovaciones, cuando crea puestos de trabajo de calidad, pero no
cuando se dedica a extraer recursos naturales sin agregar valor, y tampoco
cuando la intención es remitir la totalidad de las utilidades a sus casas
matrices en el exterior.
Es necesario que las IED reinviertan en el país.
Para eso cuentan con la principal “seguridad jurídica y económica”, que es un
país en crecimiento, que abandonó el estado neoliberal para pasar a constituir
un estado nacional.
Por ello, para finalizar, es importante fomentar
la inversión nacional, que el ahorro nacional, que es importante en cifras en
Argentina, se vuelque a la inversión, y no depender sólo de la IED.
En los últimos años el estado argentino otorga
créditos a baja tasa de interés para inversiones productivas a pequeñas empresas.
Las pequeñas empresas son fundamentales para generar alto valor agregado,
innovaciones tecnológicas y puestos de trabajo de calidad.
Sencillamente de EXCELENCIA!!!!!
ResponderEliminarMás claro imposible!!!
Muchas gracias Laura por seguir el blog y por tus palabras!!
Eliminarmuy buena la nota!! ahora es mas facil; cuando quieras armar el libro ya tenes todas tus notas :D; ya recomende el blog a muchos amigos.. y les fascino!
ResponderEliminarMuchas gracias Nat por leer siempre el blog, y por recomendarlo!!
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