Heterodoxia Económica e Integración
Latinoamericana.
Ayer
domingo 7 de octubre ganó las elecciones nuevamente en Venezuela el
Presidente Hugo Chávez.
Como
ocurre con todos los Presidentes democráticos de Latinoamérica que intentan un
rumbo político y económico heterodoxo, una alternativa al neoliberalismo, los
grandes medios de comunicación de su país y los internacionales lo muestran
como un dictador. No sólo eso es falso, sino que el gobierno de Chávez ha logrado muchos progresos sociales, como erradicar el analfabetismo, y reducir la pobreza.
Lo
que ocurre con la derecha neoliberal, como hemos expresado en otras notas, es
que no tolera que los gobiernos progresistas de Latinoamérica, cada uno con sus
matices, tengan políticas activas de intervención del Estado en la economía con
el objetivo de redistribuir la riqueza para un desarrollo con inclusión social.
El
neoliberalismo tiene temor de la “equidad social”, ya que el capitalismo de las
empresas transnacionales necesita de un ejército de pobres y desocupados para
someterlos con bajos sueldos al sistema, como ocurrió en Argentina durante la
dictadura militar de 1976, y la década neoliberal salvaje de los 90.
Argentina,
Brasil, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Venezuela y otros países hermanos de América
del Sur, han salido del neoliberalismo, y cada país con sus diferencias (ya que
no podemos decir que las políticas son exactamente iguales), está cambiando un
rumbo que años o décadas atrás nos llevaba a la miseria, a la exclusión, y a la
total dependencia de los “países centrales”, hacia un rumbo de desarrollo
económico lento pero con inclusión, y que apunta a la soberanía política y
económica.
Ya
hemos explicado en notas anteriores las grandes diferencias de política
económica en la Argentina entre la etapa neoliberal y esta nueva etapa de
“estado nacional” abierta en 2003 que está recuperando poco a poco el comando
de nuestros recursos estratégicos, condición esencial para que un país pueda
desarrollarse. Véase por ejemplo:
Las
privatizaciones o “remates” de las empresas de servicios públicos, de la
energía, incluido el petróleo, en la década de los 90, eran funcionales al
Consenso de Washington y a los intereses extranjeros que oprimieron a
Latinoamérica durante décadas con la complicidad de los gobiernos locales.
Este
año Argentina recuperó el control de YPF (principal empresa petrolera del
país).
Los
economistas heterodoxos, los que buscan alternativas mejores que el
neoliberalismo, reconocen no sólo en
Latinoamérica, sino en Europa y Estados Unidos, que el camino de la
desregulación de los mercados, de abandono de la economía real por la
especulación financiera, ha llevado a crisis terminales a los países, como la
que viven hoy varios países de Europa (España, Grecia, Portugal, Italia, etc)
Las
soluciones no están en el neoliberalismo, las soluciones no están en el recorte
del gasto social, como piden desde el neoliberalismo.
Copio
a continuación un extracto de una nota del diario Página/12 (7/10/12) de un economista de la Universidad de Kansas, cuyas
expresiones fueron vertidas la semana pasada en ocasión de realizarse en
Argentina las Jornadas sobre Economía organizadas por el Banco Central de la
República Argentina, con invitados internacionales de pensamiento heterodoxo de
primer nivel:
RANDALL WRAY *
“Gastar más y no menos”
El gobierno de Estados Unidos nunca puede quedarse sin
dólares y nunca puede ser forzado a declarar un default ni a incumplir un
vencimiento. Los límites que existen, como el límite al endeudamiento, son
límites autoimpuestos.
Cuando un gobierno emite más dinero para gastar que el
que recibe a través de los impuestos los llamamos déficit.. Eso genera un
ingreso neto en el sector privado, creando más ventas y puestos de trabajo. Un
superávit presupuestario es lo opuesto: el gobierno remueve dinero, ingresos y
empleos de la economía. Entonces, ¿cuál sería el problema de eliminar esos
límites? El gobierno podrían gastar demasiado llevando a la economía más allá
del pleno empleo y generando inflación. Sólo si el déficit aún es lo
suficientemente alto como para fogonear a la inflación, un recorte fiscal
debería ser adoptado. Además, los déficit que promueven el crecimiento
económico pueden generar déficit comerciales ya que las importaciones crecen
más rápido que las exportaciones. Muchos creen que esto genera una apreciación
de la moneda. La evidencia es escasa, pero incluso si fuera cierto la dicotomía
sería entre mayor crecimiento y empleo versus una moneda fuerte. ¿Usted qué
preferiría: un trabajo o unas vacaciones en el exterior?
Los gobiernos deban gastar más y no menos. Hoy, con la
masiva cantidad de recursos ociosos (en el mundo), los gobiernos deberían
gastar más y no menos para recuperar los niveles de actividad y empleo. Esto no
quiere decir que pueden gastar ilimitadamente. Pero un país soberano que emite
su propia moneda no enfrenta problemas de financiamiento o solvencia en su
propia moneda. La teoría monetaria moderna no es aplicable a Grecia o la Unión
Europea, pero sí en los países con soberanía monetaria como Argentina, Brasil o
Japón.
* Universidad de Kansas.
En
síntesis, en un contexto internacional de grave crisis financiera y económica,
donde mucha gente está quedando desocupada en Europa por las políticas
neoliberales, cabe plantearse la necesidad de no volver nunca más a ese pasado,
ya que con esas recetas ya sabemos que los pueblos terminan excluidos y
sometidos.
Queda
mucho camino por recorrer en Argentina y en Latinoamérica para solucionar el
problema estructural de la pobreza, y profundizar el camino hacia un desarrollo
sustentable, y cada vez menos dependiente de las multinacionales cuyo fin es
sólo el lucro a costa de lo que sea.
Esto
no significa, como ya aclaramos en notas anteriores, “aislarse del mundo”, sino
ejercer nuestras propias políticas económicas que apunten al desarrollo con equidad social,
e insertarnos en el mundo en una posición no subordinada a intereses impuestos
por nadie.
La
integración regional en el marco del Mercosur, y en forma más ampliada con la
Unasur y la CELAC forma parte esencial de este proceso político, social y
económico para la independencia y desarrollo de América Latina. Desarrollo que
no implica el mismo concepto que el “desarrollo” que obtuvieron los “países
centrales” en el siglo pasado, sino que implica nuevas definiciones y
estrategias.
Y
entre los objetivos de ese desarrollo integral de Latinoamérica, está como
dicen los neoestructuralistas, que no se repitan al interior de nuestra región
las mismas asimetrías que existen en el mundo. Para eso el desarrollo y la
integración regional debe ser planificada y cooperativa.