El premio Nobel de Economía Paul Krugman se acaba de referir una vez más a la Argentina
como un ejemplo a seguir en el mundo por las políticas económicas que nos han
permitido salir de la crisis terminal del 2001.
Mientras
economistas de primer nivel internacional como Krugman elogian la actual
situación económica de la Argentina, da vergüenza leer en ciertos medios
argentinos cómo se siguen defendiendo políticas ortodoxas, neoliberales, y
desvalorizando los avances económicos y sociales de la Argentina de estos
últimos 9 años.
Como dije
en notas anteriores, desde el año 2003 en adelante, hemos pasado de un ESTADO
NEOLIBERAL a un ESTADO NACIONAL, y eso no es poco. Significa que hemos
recuperado la decisión política soberana sobre nuestros recursos, aunque aun
falta camino por andar. Significa también que comenzamos a desarrollarnos,
creciendo nuestro PBI por encima del promedio mundial, bajando la desocupación
del 26 % que teníamos en 2001 al actual 6,7 %, incluyendo en el sistema a 2,5
millones de nuevos jubilados, creando la Asignación Universal por Hijo para
quienes aun no tienen un trabajo formal o están desocupados. Pero haber pasado
a un estado nacional significa también desendeudamiento externo, y sólidos
equilibrios macroeconómicos tanto en lo fiscal como en las cuentas externas;
concretamente tenemos superávit en la balanza de pagos, a diferencia de la
década neoliberal del 90, cuando parte del pueblo creía que vivíamos en el
“primer mundo”, pero todo era prestado, dependíamos de capitales extranjeros,
de la apertura indiscriminada de las importaciones, y del endeudamiento
externo.
Ahora que
estamos “parados en nuestros propios recursos”, listos para continuar en la
senda del desarrollo económico con inclusión social, nos encontramos en la
economía argentina con que se ha instalado un problema de inflación alta, no
descontrolada, pero sí más alta que lo deseable para mantener los equilibrios
macroeconómicos y el crecimiento sustentable.
Esta
constante dispersión de precios y aumentos injustificados en los productos
alimenticios, famacéuticos, de limpieza y vestimenta especialmente, atenta
contra el poder adquisitivo de los más pobres, de los que no tienen un empleo
formal, pues en el caso de los que tenemos un empleo registrado, los aumentos
de salario superan a la llamada “inflación real”, que se estima en un 23 %
anual.
El
problema más grave es que los medios de comunicación corporativos tratan de
engañar a la población nuevamente con recetas ortodoxas. Insinúan o dicen
directamente que la inflación está generada por la alta emisión monetaria y el
gasto público. En Argentina hay superávit fiscal primario y la emisión
monetaria simplemente acompaña el aumento nominal y real del PBI.
La idea
de que la inflación es causada por aumentos de la Demanda Agregada porque el
estado aumenta el Gasto Público es una idea neoliberal que no es válida si el
país no está en pleno empleo. Eso ya lo demostró Keynes hace casi 100 años.
La idea
de que hay que frenar la emisión monetaria, que proviene de otro sector neoliberal
llamado monetarismo, también es absolutamente equivocada, pues no es la emisión
monetaria lo que genera inflación, salvo que dicha emisión no tenga respaldo en
el PBI.
Las
causas de la inflación en Argentina son otras, y no deben buscarse en las ideas
monetaristas.
La actual
inflación en Argentina es especulativa, inercial y de puja distributiva.
En
términos sencillos esto significa lo siguiente:
·
Es
especulativa porque sectores
productivos en situación de monopolio u oligopolio manipulan los precios hacia
arriba aprovechando para obtener más rentabilidad porque hay más gente
dispuesta a consumir. Estas empresas
elevan sus ganancias por encima de parámetros normales a nivel internacional.
·
Es inercial porque ya se ha incorporado
como costumbre y expectativa en la mente de los argentinos que los precios de
los contratos suben nominalmente alrededor de un 23 a 25 % por año.
·
Es
de puja por la distribución del ingreso,
porque los asalariados obtienen aumentos de sueldos elevados para reponer su
poder adquisitivo, y luego las empresas, en lugar de producir más, aumentan los
precios para apoderarse de ese aumento en los ingresos de las economías
domésticas, por encima del aumento de sus costos reales.
Por último, y sin pretender agotar el tema,
propongo como solución gradual a este problema de inflación, un acuerdo
económico y social entre el estado, los grandes formadores de precios y los
sindicatos, para desactivar dichos aumentos de precios y retornar lentamente a
la estabilidad.
Vale la pena aclarar que estabilidad monetaria
no es inflación 0 (cero). Es preferible convivir con una tasa de inflación
moderada, por ejemplo del 3 al 8 % anual, que “enfriar la economía” y generar
desocupación, como ocurre actualmente en países europeos.
Debemos lograr estabilidad de precios, mantener
el equilibrio fiscal y el superávit comercial, para seguir generando puestos de
trabajo cada vez de mejor calidad. Esto lleva al bienestar social.
De diez Juan!! Gracias por esta nota que esclarece tanto un tema ríspido.
ResponderEliminarLos monetaristas son neoliberales, llevaron al desastre a todo el mundo, ¿y ahora nos queiren seguir enseñando?
El enfoque del actual gobierno es el correcto, y tu nota una genialidad!!-.
Muchas gracias Laura, un honor tu comentario!
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