sábado, 1 de septiembre de 2012

Un camino hacia una economía diferente ¿posibilidad o utopía?


En esta ocasión, vamos a salir del análisis económico de la realidad actual, pero no del todo. Vamos a partir de una visión crítica al sistema económico internacional capitalista impuesto desde el llamado “primer mundo”, para preguntarnos si es posible una alternativa completamente diferente a futuro, un sistema económico y de vida distinto que permita al ser humano desarrollarse individualmente y colectivamente en todas sus dimensiones. Y no voy a etiquetar estas ideas o preguntas, ya que no llegaremos a una respuesta sino a interrogantes para reflexionar, ni de economía central planificada, ni de socialismo ni de comunismo, pues ya mucho han escrito sobre estos sistemas autores que saben mucho más que quien escribe. No voy a ponerle nombre a esto que es una simple reflexión a partir de haber visto un film que me recomendó una alumna del profesorado en Economía donde doy clase.


Comencemos sí por un muy breve recorrido por la realidad del mundo actual.
Hoy el mundo vive la llamada “globalización”, donde supuestamente no hay fronteras, donde supuestamente la información, el conocimiento y la riqueza circulan a través de todos los países.
Pero en realidad, la llamada “globalización” no ha logrado constituir un mundo equitativo, sino que Europa y Estados Unidos, las potencias del Atlántico Norte se desarrollaron  fundamentalmente a partir de la Revolución Industrial, e incluso algunos países antes a través del imperialismo político y económico.
Se constituyó así hacia fines del siglo XX un mundo desigual, donde los países centrales gestionaron la información y el conocimiento tecnológico, impusieron sus recetas neoliberales a los llamados países periféricos (en términos del estructuralismo latinoamericano), y a través de la “división internacional del trabajo” relegaron por ejemplo a Sudamérica al rol de exportadores de granos e importadores de productos industrializados.
Hoy tenemos gobiernos en Argentina, Brasil y otros países que han decidido cambiar el rumbo de un paradigma neoliberal hacia un paradigma de estado nacional, retomando lentamente el control de nuestros propios recursos.
Sin embargo la tarea es compleja, porque la llamada “globalización” fue y sigue siendo una globalización financiera, por la cual, a través de la desregulación de los mercados internacionales de dinero se han inyectado en el sistema económico mundial miles de millones de dólares y otras monedas virtuales, sin ningún respaldo en la economía real, y por este mecanismo se ha impuesto al dólar como moneda de cambio internacional, moneda que cuanto más atesoramos ayudamos a que quien la emite exporte sus crisis internas a nuestros países “emergentes”.

Quizá sea la novedad de estas últimas décadas el surgimiento de los “tigres asiáticos” como potencias emergentes, con desarrollo de tecnología propia, pero aun subordinados a la división internacional del trabajo y a los métodos de producción impuestos  por el capitalismo.
Los métodos de producción en escala del capitalismo implican la necesidad de producir en masa alimentos de baja calidad, sin cuidar la ecología, con métodos crueles de matanza de animales, siembra de cultivos alterados genéticamente, y explotación de trabajadores que cobran sueldos mucho más bajos que el valor que agregan al producto. Así logran las grandes empresas multinacionales, que son las que inventaron la “globalización” junto a los gobiernos de los “países  centrales” (hoy en crisis), ganancias extraordinarias a costa de generar pobreza y miseria.

En síntesis, hoy el planeta Tierra ha logrado avances tecnológicos impresionantes, un alto nivel de bienestar económico para el 30 % de su población, pero ha dejado a la mayor parte de las poblaciones en la pobreza. Estos son los resultados de haber aceptado el sistema capitalista. Estos son los resultados de haber aceptado en Latinoamérica el neoliberalismo al que todavía gente como el PRO quiere revitalizar con todo el salvajismo de la década del 90 en Argentina.
Un capitalismo nacional fuerte, regulado por el estado, sería una alternativa a dicho capitalismo financiero internacional que llevó hoy a Europa a una crisis inédita en su historia reciente.

Sin embargo en esta nota queremos plantearnos otras alternativas a futuro, algún sistema diferente de vida, que seguramente debería implicar un cambio en los hábitos de consumo, en los métodos de producción, y por tanto en el sistema socio-económico mundial en su totalidad.

Si el actual sistema capitalista financiero ha entrado en crisis en el “primer mundo”, y ha relegado a la pobreza a gran parte de los habitantes del planeta Tierra, es válido preguntarse por otras alternativas al sistema imperante en el mundo.

¿Qué pasaría si los seres humanos nos diéramos cuenta de que consumimos más de lo que necesitamos para vivir?
¿Qué pasaría si nos diéramos cuenta de que nos alimentamos con productos elaborados en escala en forma artificial que son nocivos para la salud?
¿Nos hemos puesto a pensar que con la venta en masa de dichos alimentos nos están enfermando para que luego compremos docenas de remedios producidos por laboratorios cuyos dueños son las mismas empresas transnacionales que nos enferman y nos explotan?

La acumulación de capital en un sistema capitalista globalizado y financiero internacional, apunta a concentrar la riqueza en pocas manos, y ejercer así el dominio sobre la población mundial, y aun sobre los gobiernos.

Es por eso que quizá una alternativa en el corto plazo sea la que seguimos en Argentina desde 2003 hasta la actualidad, con un Estado que va recuperando su rol de gerenciador de la economía y arbitrando políticas macroeconómicas para redistribuir el ingreso.
Y desde los medios de comunicación hegemónicos y desde la derecha neoliberal llaman “comunista” a este gobierno que simplemente ha retomado el control para bien de todos los argentinos de algunos recursos estratégicos, como el sistema de jubilaciones estatal, el petróleo, el desendeudamiento externo para tomar decisiones autónomas, la ley de medios de comunicación aun no aplicada en su totalidad, las regulaciones al comercio interior y exterior, las primeras aun sin resultados acabados para evitar que los oligopolios sigan aumentando los precios, ya que lo siguen haciendo acumulando ganancias extraordinarias.

Pero como dijimos, en este artículo intentamos reflexionar sobre un paso más allá. Concretamente con la posibilidad de avanzar en el futuro hacia un sistema socio-económico diferente, donde los seres humanos podamos vivir en forma cooperativa, sin necesidad tal vez de la existencia del dinero, sin bancos, consumiendo todo lo necesario para una vida plena, pero sin despilfarrar.

¿Es posible una sociedad así?
¿Es posible que cambiemos nuestros hábitos de consumo? Se critica a la megaminería, pero sería imposible abolir la megaminería si queremos seguir produciendo automóviles como los actuales a gran escala, celulares, etc.
¿Es posible que cambiemos radicalmente los métodos de producción?
Sólo si la sociedad estuviese de acuerdo en cambiar los hábitos de consumo, se podrían tal vez cambiar los métodos de producción, reemplazando la actual producción en escala por producción de bienes y servicios indispensables para una vida sana y natural. Me refiero por ejemplo a los cultivos orgánicos naturales, que no dañan la ecología ni la salud del ser humano.


No se trata de volver a una sociedad “primitiva”, sino por el contrario, de un avance socio-económico que permita un mundo equitativo, donde el trabajo de cada uno sea “remunerado” en forma justa, y no necesariamente con dinero. Un mundo donde lo financiero se termine para pasar a una economía real y con rostro humano. Un mundo para crecer con una educación inclusiva y quizá muy diferente a lo que concebimos como educación actualmente. No se trata de utilizar métodos de adoctrinamiento para someter a la gente a un nuevo sistema de dominación de una parte del planeta sobre la otra, sino de un cambio cultural, económico, social y espiritual donde todos seamos conscientes de lo que decidimos.

No se agota aquí este planteo, sólo la nota. Quedan preguntas cómo las siguientes y las que el lector quiera hacerse:
·         ¿Hasta dónde y hasta cuándo el ser humano en su codicia por poseer más riquezas, o en su intento de sobrevivir en el sistema capitalista internacional aceptará el actual sistema de vida mundial?
·         ¿Seguiremos dispuestos a aceptar que la pobreza, la miseria y el desempleo son “males necesarios” con tal de vivir en el supuesto “confort” que nos ha brindado la “globalización” financiera?
·         ¿Será posible “desde abajo”, mediante el voto, un cambio gradual  en el futuro hacia un sistema diferente de consumo, de producción y de vida? ¿O será sólo una utopía?

La siguiente película me sirvió de inspiración para escribir esta nota, y fue aportada por mi alumna Silvia Micotis, futura profesora de Economía, ya en ejercicio de la docencia.









6 comentarios:

  1. gracias por ayudarnos a pensar!
    María Rodríguez Eiras

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  2. Excelente y más aun!! Imperdible nota!!-.

    Veré la película luego, pero desde ya que esta nota es la mejor de tu brillante blog!!-.

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  3. Excelente Juan!!

    Hemos llegado a un punto en que es necesario este cambio en la sociedad. Aunque se vea como una utopía......si nos lo proponemos y trabajamos en ello, con el tiempo se podrá lograr. Lo importante es que nuestras mentes vayan reaccionando y rebelandose contra el mundo capitalista.

    Abrazos!!

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    Respuestas
    1. Muchas gracias Nari por tus comentarios,
      así es, "las utopías sirven para seguir caminando",

      abrazos!!

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