En
esta ocasión, vamos a salir del análisis económico de la realidad actual, pero
no del todo. Vamos a partir de una visión crítica al sistema económico
internacional capitalista impuesto desde el llamado “primer mundo”, para
preguntarnos si es posible una alternativa completamente diferente a futuro, un
sistema económico y de vida distinto que permita al ser humano desarrollarse
individualmente y colectivamente en todas sus dimensiones. Y no voy a
etiquetar estas ideas o preguntas, ya que no llegaremos a una respuesta sino a
interrogantes para reflexionar, ni de economía central planificada, ni de
socialismo ni de comunismo, pues ya mucho han escrito sobre estos sistemas
autores que saben mucho más que quien escribe. No voy a ponerle nombre a esto
que es una simple reflexión a partir de haber visto un film que me recomendó
una alumna del profesorado en Economía donde doy clase.
Comencemos sí por un muy breve recorrido por la realidad del
mundo actual.
Hoy
el mundo vive la llamada “globalización”, donde supuestamente no hay
fronteras, donde supuestamente la información, el conocimiento y la riqueza circulan
a través de todos los países.
Pero
en realidad, la llamada “globalización” no ha logrado constituir un mundo
equitativo, sino que Europa y Estados Unidos, las potencias del Atlántico
Norte se desarrollaron fundamentalmente
a partir de la Revolución Industrial, e incluso algunos países antes a través
del imperialismo político y económico.
Se
constituyó así hacia fines del siglo XX un mundo desigual, donde los
países centrales gestionaron la información y el conocimiento tecnológico,
impusieron sus recetas neoliberales a los llamados países periféricos (en
términos del estructuralismo latinoamericano), y a través de la “división
internacional del trabajo” relegaron por ejemplo a Sudamérica al rol de
exportadores de granos e importadores de productos industrializados.
Hoy
tenemos gobiernos en Argentina, Brasil y otros países que han decidido cambiar
el rumbo de un paradigma neoliberal hacia un paradigma de estado nacional,
retomando lentamente el control de nuestros propios recursos.
Sin
embargo la tarea es compleja, porque la llamada “globalización” fue y sigue
siendo una globalización financiera, por la cual, a través de la
desregulación de los mercados internacionales de dinero se han inyectado en el
sistema económico mundial miles de millones de dólares y otras monedas
virtuales, sin ningún respaldo en la economía real, y por este mecanismo se ha
impuesto al dólar como moneda de cambio internacional, moneda que cuanto más
atesoramos ayudamos a que quien la emite exporte sus crisis internas a nuestros
países “emergentes”.
Quizá
sea la novedad de estas últimas décadas el surgimiento de los “tigres
asiáticos” como potencias emergentes, con desarrollo de tecnología propia,
pero aun subordinados a la división internacional del trabajo y a los métodos
de producción impuestos por el
capitalismo.
Los
métodos de producción en escala del capitalismo implican la necesidad de
producir en masa alimentos de baja calidad, sin cuidar la ecología, con métodos
crueles de matanza de animales, siembra de cultivos alterados genéticamente, y
explotación de trabajadores que cobran sueldos mucho más bajos que el valor que
agregan al producto. Así logran las grandes empresas multinacionales, que son
las que inventaron la “globalización” junto a los gobiernos de los “países centrales” (hoy en crisis), ganancias
extraordinarias a costa de generar pobreza y miseria.
En
síntesis, hoy el planeta Tierra ha logrado avances tecnológicos impresionantes,
un alto nivel de bienestar económico para el 30 % de su población, pero ha dejado
a la mayor parte de las poblaciones en la pobreza. Estos son los resultados de
haber aceptado el sistema capitalista. Estos son los resultados de haber
aceptado en Latinoamérica el neoliberalismo al que todavía gente como el PRO
quiere revitalizar con todo el salvajismo de la década del 90 en Argentina.
Un
capitalismo nacional fuerte, regulado por el estado, sería una
alternativa a dicho capitalismo financiero internacional que llevó hoy a Europa
a una crisis inédita en su historia reciente.
Sin
embargo en esta nota queremos plantearnos otras alternativas a futuro, algún
sistema diferente de vida, que seguramente debería implicar un cambio en los
hábitos de consumo, en los métodos de producción, y por tanto en el sistema
socio-económico mundial en su totalidad.
Si
el actual sistema capitalista financiero ha entrado en crisis en el “primer
mundo”, y ha relegado a la pobreza a gran parte de los habitantes del planeta
Tierra, es válido preguntarse por otras alternativas al sistema imperante en el
mundo.
¿Qué
pasaría si los seres humanos nos diéramos cuenta de que consumimos más de lo
que necesitamos para vivir?
¿Qué
pasaría si nos diéramos cuenta de que nos alimentamos con productos elaborados
en escala en forma artificial que son nocivos para la salud?
¿Nos
hemos puesto a pensar que con la venta en masa de dichos alimentos nos están
enfermando para que luego compremos docenas de remedios producidos por
laboratorios cuyos dueños son las mismas empresas transnacionales que nos
enferman y nos explotan?
La
acumulación de capital en un sistema capitalista globalizado y financiero
internacional, apunta a concentrar la riqueza en pocas manos, y ejercer así el
dominio sobre la población mundial, y aun sobre los gobiernos.
Es
por eso que quizá una alternativa en el corto plazo sea la que seguimos en
Argentina desde 2003 hasta la actualidad, con un Estado que va recuperando su
rol de gerenciador de la economía y arbitrando políticas macroeconómicas para
redistribuir el ingreso.
Y
desde los medios de comunicación hegemónicos y desde la derecha neoliberal
llaman “comunista” a este gobierno que simplemente ha retomado el control para
bien de todos los argentinos de algunos recursos estratégicos, como el sistema
de jubilaciones estatal, el petróleo, el desendeudamiento externo para tomar
decisiones autónomas, la ley de medios de comunicación aun no aplicada en su totalidad,
las regulaciones al comercio interior y exterior, las primeras aun sin
resultados acabados para evitar que los oligopolios sigan aumentando los precios,
ya que lo siguen haciendo acumulando ganancias extraordinarias.
Pero
como dijimos, en este artículo intentamos reflexionar sobre un paso más allá.
Concretamente con la posibilidad de avanzar en el futuro hacia un sistema
socio-económico diferente, donde los seres humanos podamos vivir en forma
cooperativa, sin necesidad tal vez de la existencia del dinero, sin bancos,
consumiendo todo lo necesario para una vida plena, pero sin despilfarrar.
¿Es
posible una sociedad así?
¿Es
posible que cambiemos nuestros hábitos de consumo? Se critica a la megaminería,
pero sería imposible abolir la megaminería si queremos seguir produciendo
automóviles como los actuales a gran escala, celulares, etc.
¿Es
posible que cambiemos radicalmente los métodos de producción?
Sólo
si la sociedad estuviese de acuerdo en cambiar los hábitos de consumo, se
podrían tal vez cambiar los métodos de producción, reemplazando la actual
producción en escala por producción de bienes y servicios indispensables para
una vida sana y natural. Me refiero por ejemplo a los cultivos orgánicos naturales, que no
dañan la ecología ni la salud del ser humano.
No
se trata de volver a una sociedad “primitiva”, sino por el contrario, de un
avance socio-económico que permita un mundo equitativo, donde el trabajo
de cada uno sea “remunerado” en forma justa, y no necesariamente con dinero. Un
mundo donde lo financiero se termine para pasar a una economía real y con
rostro humano. Un mundo para crecer con una educación inclusiva y quizá muy
diferente a lo que concebimos como educación actualmente. No se trata de
utilizar métodos de adoctrinamiento para someter a la gente a un nuevo sistema
de dominación de una parte del planeta sobre la otra, sino de un cambio
cultural, económico, social y espiritual donde todos seamos conscientes de lo que decidimos.
No
se agota aquí este planteo, sólo la nota. Quedan preguntas cómo las siguientes
y las que el lector quiera hacerse:
·
¿Hasta
dónde y hasta cuándo el ser humano en su codicia por poseer más riquezas, o en
su intento de sobrevivir en el sistema capitalista internacional aceptará el
actual sistema de vida mundial?
·
¿Seguiremos
dispuestos a aceptar que la pobreza, la miseria y el desempleo son “males
necesarios” con tal de vivir en el supuesto “confort” que nos ha brindado la
“globalización” financiera?
·
¿Será
posible “desde abajo”, mediante el voto, un cambio gradual en el futuro hacia un sistema diferente de
consumo, de producción y de vida? ¿O será sólo una utopía?
La
siguiente película me sirvió de inspiración para escribir esta nota, y fue
aportada por mi alumna Silvia Micotis, futura profesora de Economía, ya en
ejercicio de la docencia.
gracias por ayudarnos a pensar!
ResponderEliminarMaría Rodríguez Eiras
Muchas gracias a vos María!!!
EliminarExcelente y más aun!! Imperdible nota!!-.
ResponderEliminarVeré la película luego, pero desde ya que esta nota es la mejor de tu brillante blog!!-.
Muchas gracias Laura!!!
EliminarAbrazo!!!
Excelente Juan!!
ResponderEliminarHemos llegado a un punto en que es necesario este cambio en la sociedad. Aunque se vea como una utopía......si nos lo proponemos y trabajamos en ello, con el tiempo se podrá lograr. Lo importante es que nuestras mentes vayan reaccionando y rebelandose contra el mundo capitalista.
Abrazos!!
Muchas gracias Nari por tus comentarios,
Eliminarasí es, "las utopías sirven para seguir caminando",
abrazos!!