Como dice el prestigioso economista Aldo Ferrer,
y como he remarcado en notas anteriores, Argentina ha pasado de un paradigma
y modelo económico de un estado neoliberal que nos rigió desde la dictadura militar de
1976 hasta el año 2002 (con algunas excepciones puntuales entre 1983 y 1989), a
un paradigma y modelo económico de un estado nacional a partir del año 2003.
El país ha retomado, en términos de Aldo Ferrer,
“el comando de sus recursos”, al
recuperar desde 2003 los equilibrios macroeconómicos fundamentales
presupuestarios (fiscales) y externos (superávit en la Balanza Comercial y en el
Balance de Pagos).
Esta recuperación de una política económica en
la cual el crecimiento económico y la mejora en la distribución de la
riqueza son genuinas porque se basan en recursos propios (ahorro nacional)
fueron posibles gracias a las políticas de desendeudamiento externo y de
recuperación para el estado de algunos de los recursos estratégicos que se
habían privatizado en forma nefasta en la década del 90, como el caso de YPF
o del sistema de jubilaciones y pensiones.
El 3 de agosto de 2012 se acaba de cancelar la
última parte del Bodem 2012, un título público emitido en el año 2002, que
formaba parte de nuestra deuda externa en dólares, originado por el “corralito”
del 2001-2002 cuando el estado entregó ese bono a los bancos y ahorristas para
compensarlos por las pérdidas causadas por la grave crisis financiera interna de
esa época. Decimos que el Bodem 2012 formaba parte de nuestra deuda pública externa, porque fueron emitidos en dólares, y fundamentalmente porque un 78 % de los mismos terminaron en manos de tenedores del exterior. Hoy esa parte de la deuda pública externa argentina está totalmente cancelada, como parte del proceso de desendeudamiento.
Sin embargo falta mucho por hacer, y muchos
problemas por resolver en medio de un contexto internacional de grave crisis
financiera y económica.
Europa está en recesión, y aun no se vislumbra
una salida para España, Grecia, Italia y otros países afectados, ya que están recurriendo a medidas neoliberales
como recortes sociales en el gasto público, utilizando recursos del estado para
salvar bancos, en lugar de impulsar el aumento de la demanda agregada con políticas
anticíclicas para salir de la recesión. Estas políticas hacen que el panorama
no sea alentador en el corto plazo para estos países desarrollados, y eso nos
afecta en nuestras exportaciones, que están cayendo.
El precio internacional de los granos que
exportamos aumenta, pero la cantidad demandada baja por la recesión mundial.
En ese contexto internacional se hace necesario que
Argentina implemente medidas anticíclicas para sostener
el nivel de actividad y el empleo, como se hizo con éxito en el 2009.
Actualmente
el PBI argentino, que mide el nivel de actividad
económica, está creciendo al 3 %
anual respecto de 2011, con algunas caídas en el sector industrial.
Estas caídas en el sector industrial se deben fundamentalmente a la disminución
en las exportaciones de automóviles fabricados en el país, producto como
dijimos, de la menor tasa de actividad económica externa, inclusive en nuestro
principal socio comercial que es Brasil.
Lo que no podemos aceptar es que desde los
medios de comunicación, los mismos economistas neoliberales que llevaron al
país al desastre y a la miseria en la década del 90, ahora digan que hay que
ajustar el gasto público y la emisión monetaria y que estamos en recesión.
La recesión se define como la caída del
PBI (Producto Bruto Interno) durante dos trimestres seguidos comparados con igual
semestre del año anterior. Se trata de una baja importante de la actividad
económica.
Argentina está creciendo en forma
mucho más desacelerada que en 2010-2011 (en esos años el crecimiento del PBI
fue del 10 % y 8,9 % anual), a un ritmo promedio del 3 % anual en 2012. Es un
crecimiento más bajo que en 2010-2011, pero no hay caída del PBI, y por tanto no hay recesión. Los niveles de desempleo se mantienen en
torno al 7,1 % o 7,2 %, tasa menor al desempleo de Estados Unidos por ejemplo.
Obviamente que será necesaria una mayor
intervención del Estado para evitar la destrucción de puestos de trabajo, y
para comenzar a solucionar el problema que tenemos de inflación
inercial, especulativa y de puja por la distribución del ingreso.
Como dijimos en notas anteriores, la actual
inflación en Argentina no está causada por mala administración del Estado, ni
por la política fiscal ni por la política monetaria, sino por especulación de
parte de las grandes empresas concentradas, entre ellas las transnacionales y
los supermercados que constituyen un oligopolio que acuerda precios hacia
arriba, y terminan actuando en forma colusoria como un monopolio para vender a
precios más altos y ganar sumas extraordinarias, y como un oligopsonio a la
hora de comprar, pagando precios bajísimos a los pequeños productores, como el
caso de los tamberos.
Basta el siguiente ejemplo para comprobar este
fenómeno: los tamberos reciben apenas $1,50 por cada litro de leche que
producen, lo cual ya no cubre sus costos, y en el supermercado un litro de
leche cuesta alrededor de $ 6. Hay de por medio una inmensa ganancia en la
cadena de comercialización que requiere de una solución, sin pretender que los
empresarios privados dejen de ganar, pero no a costa de generar alta inflación.
El desafío que este segundo gobierno de la Dra.
Cristina Fernández de Kirchner tiene es en el corto plazo enfrentar el contexto internacional
negativo con medidas anticíclicas de tipo keynesianas, aun a costa de un
déficit fiscal moderado y transitorio.
En el mediano plazo habrá que enfrentar el problema
descripto de la inflación, enfrentándose, como en 2008 se hizo con el campo
mediante el régimen de retenciones, ahora a las estructuras oligopólicas
que generan los aumentos de precios.
El desafío en el mediano y largo plazo incluye
un mayor grado de diversificación industrial, ya que aun los
industriales se resisten en los hechos a agregar más valor en Argentina, y ahí
radica el problema de la falta de ciertos bienes cuya importación está
restringida. Parte de la industria está
en manos de las empresas transnacionales, por lo que recuperar nuestra
independencia económica sin dejar de lado la inversión extranjera directa es
aun un proceso difícil pero no imposible.
Necesitamos más y no menos intervención del
estado, en una ingeniería de medidas macroeconómicas muy compleja, cuidando los
equilibrios macroeconómicos, corrigiendo constantemente los errores, y
enfrentándonos constantemente a las corporaciones que intentan volver al
pasado.
muy iinteresante la nota... y verídica... se entiende a la perfección... me encantó... siempre un placer leer tus notas
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Natalia, y por leer siempre mi blog. Abrazo!!
EliminarExcelente nota Juan, más claro imposible!-.
ResponderEliminarReunís perfectamente todos los temas que otros economistas lo único que hacen es confundir a la gente.
Felicitaciones!!-.
Muchas gracias Laura por tus palabras!!
EliminarAbrazo!
Excelente nota Juan! muy claro todo lo que explicás.
ResponderEliminarMuchas gracias Verónica, abrazo!!
EliminarMe encanta leerte Juan. Qué bueno sería que en España....los políticos hubieran aplicado todo lo que comentas. Pero por desgracia...les ciegan otros intereses que no son los del pueblo. Muchas gracias!! Abrazos!
ResponderEliminarOjalá las cosas mejoren para bien de todos!! Muchas gracias por leer mi blog y por tus comentarios! Abrazo para vos y para todos los hermanos españoles!!
EliminarGracias Juan. Otro fuerte abrazo para ti y Kari desde este rinconcito de España!!
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