viernes, 27 de abril de 2012

Hacia el Desarrollo Económico con Equidad Social


Esta nota está dedicada especialmente a cinco de mis queridos ex alumnos del profesorado de Economía del Instituto 52 de Formación Docente de San Isidro, Mariano Pintos, Romina Montes, Fernanda Gil, Gustavo Ferro y Karina Voulkin.  Yo les dije que cuando publicara mi primer libro, ellos estarían en la dedicatoria. Aun no hay libro, pero esta es la segunda nota de mi blog, que reitera y profundiza algunos temas ya tratados en la nota anterior.



Podemos definir al Desarrollo Económico como la transición de un nivel económico concreto a otro más avanzado, el cual se logra a través de un proceso de transformación estructural del sistema económico a largo plazo, con el consiguiente aumento de los factores productivos disponibles y orientados a su mejor utilización; teniendo como resultado un crecimiento equitativo entre los sectores de la producción. 
El desarrollo implica mejores niveles de vida para la población y no sólo un crecimiento del producto, por lo que representa cambios cuantitativos y cualitativos. Las expresiones fundamentales del desarrollo económico son: aumento de la producción y productividad per cápita en las diferentes ramas económicas,  aumento del ingreso real per cápita, equitativa distribución de la riqueza, acceso con igualdad de oportunidades a una educación y salud de calidad.

El estructuralismo latinoamericano, en contraposición al neoliberalismo, concibe que el centro (países industrializados o el llamado 1er mundo) y la periferia (tercer mundo) se constituyen históricamente como resultado de la forma en que el progreso técnico se propaga en la economía mundial. En los centros, los métodos de producción que el mismo genera se difunden en un lapso relativamente breve a la totalidad del aparato productivo. En la periferia se parte de un atraso inicial, y al transcurrir un período llamado de “desarrollo hacia afuera”, las nuevas técnicas sólo se implantan en los sectores exportadores de productos primarios y en algunas actividades económicas directamente relacionadas con la exportación, las cuales pasan a coexistir con sectores rezagados, en cuanto a la penetración de las nuevas técnicas.
Al constituirse mediante el desarrollo hacia afuera, la estructura productiva de la periferia adquiere dos rasgos fundamentales. Por un lado, se destaca su carácter especializado o unilateralmente desarrollado, ya que una parte sustancial de los recursos productivos se destina a sucesivas ampliaciones del sector exportador de productos primarios, mientras la demanda de bienes y servicios, que aumenta y se diversifica, se satisface en gran parte mediante importaciones.
Asimismo, sobre esta diferenciación estructural se asientan las distintas funciones propias de las pautas tradicionales de la división internacional del trabajo: en el sistema económico mundial, al polo periférico le cabe producir y exportar materias primas y alimentos, en tanto los centros cumplen la función de producir y exportar bienes industriales, operando como núcleos fabriles del sistema en su conjunto.

El neoestructuralismo latinoamericano nace a fines de la década del 90 para dar respuesta a los problemas generados en los 80 y en los 90 (en Argentina fue más fuerte en los 90) por los gobiernos que se arrodillaron ante el FMI y sus recetas ortodoxas.

El neoestructuralismo  retoma ideas estructuralistas, pero las reformula apuntando no sólo al crecimiento sino al desarrollo. Con autores como Aldo Ferrer, uno de los economistas más prestigiosos del país, integrante del Plan Fénix de la UBA, y discípulos como Mercedes Marcó del Pont, una de las mejores economistas argentinas,  plantean la AUTONOMÍA POLÍTICA Y ECONÓMICA (no salir nunca más a pedir prestado al mercado de capitales especulativo internacional), el incentivo a la PRODUCCIÓN DIVERSIFICADA Y DE VALOR AGREGADO, LA INTEGRACIÓN REGIONAL solidaria teniendo en cuenta las desigualades hasta que las mismas se subsanen, EDUCACIÓN DE CALIDAD para todos, combate al narcotráfico, control a los flujos de capitales extranjeros, aumento de la productividad vía capacitación y no por medio de la reducción de salarios, todo esto con el requisito y en el marco de una estabilidad política democrática.

Estas medidas están siendo adoptadas con éxito por muchos gobiernos de Latinoamérica, entre ellos Argentina, y Brasil, cada uno con sus matices.

En síntesis, lo que se necesita entonces en Latinoamérica es pasar de un modelo de desarrollo “hacia afuera” a un modelo de desarrollo “hacia adentro”, incentivando el consumo interno, y con una matriz industrial diversificada, profundizando las relaciones comerciales con los países de la región.

En este sentido, la UNASUR es un instrumento político y económico fundamental.


Para lograr el desarrollo económico con equidad es necesaria entonces la intervención del Estado, orientando recursos para otorgar créditos a microemprendimientos productivos. También actuando con una política de empleo que tienda a mejorarlo (aumentando la productividad del empleo y disminuyendo la desocupación),  y a mantener su poder adquisitivo. Esto se relaciona con la estabilidad de la moneda,  a través de la política monetaria, y con un sistema impositivo progresivo a través de la política fiscal. Pero las políticas monetarias y fiscal deben estar al servicio de la producción y no del mercado financiero.
Entonces la reducción de la inflación es necesaria pero no debe ser la meta prioritaria, la prioridad es el aumento de la oferta agregada, de la economía real, para que así se reduzca la inflación.  "Enfriar" la economía genera desempleo.
El desempleo influye en la disminución de la producción, y por tanto del PBI.

Los monetaristas, que son parte del neoliberalismo, ya han demostrado el fracaso de sus ideas, con metas de inflación cero, pero generando recesión y desempleo. Es preferible una inflación moderada, pero con crecimiento económico. De todos modos este tema lo desarrollaré en futuras notas.


La intervención del Estado por medio del Gasto Público en obra pública, salud y educación, ayudan a disminuir el desempleo, incentivar el consumo y la inversión, y por tanto la producción.
Sin embargo no alcanza con aumentar la producción, sino que hay que lograr una equitativa distribución de la misma.




Para ello es imprescindible, como ya se dijo, una política fiscal con impuestos progresivos y que direccione el gasto público hacia el acceso equitativo a una salud y educación públicas de calidad. La educación y el conocimiento, y específicamente la capacitación laboral con incorporación de tecnología adecuada, aumentan la productividad y la competitividad de la economía. Esto aumenta el empleo.
Las retenciones a las megaexportaciones sojeras son un ejemplo de impuesto progresivo. El Impuesto a las ganancias es otro.

Nuevamente aparece aquí la importancia de las Políticas Económicas del Estado (Financiera, Monetaria, Fiscal, de Empleo, etc) que articuladas entre sí con políticas educativas, de salud y de sustentabilidad económica, tiendan hacia el bien común.




4 comentarios:

  1. Brillante como siempre Juan, claro, y con un enfoque actualizado!-.

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    1. Muchas gracias Laura por seguir siempre el blog y por tu comentario!

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  2. Excelente...Mas no se puede esperar de vos Juan; Sos brillante en todo lo que haces!!! Hay algo que no puedas hacer??

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    1. Muchas gracias Natalia por tus palabras. Tratamos, porque te incluyo, de hacer lo mejor posible lo que sabemos hacer, pero sería imposible saber hacer todo...y seguimos aprendiendo toda la vida...

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