martes, 29 de mayo de 2012

La Competitividad de la Economía


Cuando hablamos de la Competitividad de la Economía es importante especificar a qué nos referimos.

Algunos autores dicen que la Competitividad significa la capacidad de las empresas de un país dado para diseñar, desarrollar, producir y colocar sus productos en el mercado internacional en medio de la competencia con empresas de otros países.
Otros definen la competitividad industrial como una “medida de la capacidad inmediata y futura del sector industrial para diseñar, producir y vender bienes cuyos atributos logren formar un paquete más atractivo que el de productos similares ofrecidos por los competidores” (European Management Forum, 1980).

En general se dice que una economía es competitiva en la producción de un determinado bien cuando puede por lo menos igualar los patrones de eficiencia vigentes en el resto del mundo, en términos de la utilización de recursos y de la calidad del bien.

En síntesis, la Competitividad está dada por la capacidad de producir bienes y servicios de calidad, tanto para consumo interno como para exportación, a costos que resulten similares a los niveles internacionales, de modo que el precio sea atractivo para los compradores del exterior, y beneficioso para los exportadores argentinos y para el país en su conjunto.

La industria argentina ha tenido problemas de competitividad durante décadas, y especialmente durante la etapa de aplicación de políticas neoliberales (desde 1976 hasta el año 2002, como dije en notas anteriores, con alguna salvedad puntual entre 1983 y 1988).
Tanto la dictadura militar de 1976, como la etapa neoliberal salvaje de la década de los 90, provocó una desindustrialización del país con la apertura indiscriminada de los mercados, y la importación masiva de bienes de todo tipo.
La política de la “convertibilidad”, con un dólar artificialmente bajo, también desalentaba las exportaciones, ya que los exportadores reciben dólares al vender al exterior, y al cambiarlos por pesos, lo que percibían a veces no cubría sus costos, por lo cual lo más barato era importar.

Como dijimos en notas anteriores, desde 2003 hubo un cambio fundamental de paradigma en la política económica argentina. Pasamos de un estado neoliberal a un estado nacional.

Si acotamos el tema a la Competitividad industrial, debemos tener en cuenta que desde 2003 se regula la entrada de capitales, y sobre todo, se mantiene una política cambiaria con un tipo de cambio relativamente alto, administrado por el estado nacional a través  del BCRA.

La política cambiaria, con un tipo de cambio real  (*) mucho  más elevado que en la década de los 90, colaboró al aumento del componente industrial en nuestras exportaciones. Esto significa que la política de tipo de cambio es uno de los factores que influye en la competitividad.
Las retenciones a las exportaciones agropecuarias, por ejemplo, son una medida fiscal imprescindible para diferenciar el tipo de cambio de la industria, que para mantener competitividad necesita percibir de sus exportaciones el valor completo de la cotización del dólar, del tipo de cambio del campo, que por los altos precios internacionales de los granos, obtiene mayores ganancias. Si no hubiera retenciones a  las exportaciones agropecuarias, los recursos productivos se volcarían todos a actividades primarias, y no a la industria.
Queda claro entonces, que la política económica de estos últimos 9 años en Argentina ha favorecido la reindustrialización del país.


Pero el tipo de cambio no es el la única variable que mide determina la competitividad de la economía, ni de la industria en especial.

Hay otras variables que son tan importantes como la política cambiaria para generar competitividad, como el aumento de la productividad.

En términos sencillos, la Productividad es la relación entre la producción total obtenida y los recursos empleados para dicha producción.
Por ejemplo, la productividad aumenta cuando con una nueva maquinaria se puede fabricar el doble de unidades del mismo producto, que con una maquinaria “vieja”. La productividad aumenta cuando con obreros capacitados, con la misma cantidad de trabajadores, se produce más en el mismo tiempo (productividad laboral).

En Argentina la productividad laboral viene aumentando a pasos agigantados, según datos oficiales y privados. Lo importante es que la productividad laboral aumente por mayor capacitación y eficiencia de los trabajadores, y no por disminución en su salario real.
No se observa en Argentina, en el sector registrado, disminución del salario real, pero si aumentos de precios por parte de los empresarios  por encima de los costos laborales.

La incorporación de tecnología avanzada, de innovaciones, de investigación aplicada a la industria, genera aumentos en la productividad. El actual gobierno argentino ha creado un Ministerio de Ciencia y Tecnología, impulsando como nunca la investigación científica y tecnológica.

Hemos mencionado entonces distintas variables que hacen a la competitividad de la economía, entre ellas el tipo de cambio y la productividad.
Y hemos destacado que la productividad se relaciona con la incorporación de tecnología, y por lo tanto la inversión; y también con la capacitación de los recursos humanos.

Para finalizar, pero sin pretender agotar el tema, quiero hacer énfasis en ese último concepto, el de capacitación de los recursos humanos.
Es fundamental para el bienestar de una sociedad la permanente transformación de su sistema educativo, aumentando la inclusión, como lo viene haciendo la Argentina, y aumentando la calidad de la enseñanza y de los aprendizajes.
Para esto necesitamos docentes bien formados y  profesionales bien preparados. Debemos seguir en el camino de la transformación productiva con equidad social, y la educación de calidad y la capacitación permanente juegan un rol esencial.


(*) El tipo de cambio real es el tipo de cambio nominal multiplicado por el índice de inflación del país extranjero y dividido por el índice de inflación nacional.



jueves, 17 de mayo de 2012

¿Por qué el dinero tiene valor? Las Políticas Monetarias.


Pocas veces nos hemos puesto a pensar por qué el dinero o por qué un billete, tiene valor.
Antiguamente el dinero estaba respaldado por oro, hoy eso ya no existe, ya que el dinero es inconvertible.
Dicho en forma simplificada, los Bancos Centrales de los países emiten dinero manteniendo un mínimo de Reservas en otras monedas y en oro, y respaldando dicha emisión en la producción del país (el PBI), que será comprada con dicho dinero.
Por lo tanto el dinero tiene valor porque las personas lo aceptan como medio de pago, o sea que su valor reside simplemente en la confianza de que con ese dinero podrán adquirir bienes y servicios.

La política monetaria es el conjunto de decisiones que toma un gobierno para regular el crédito, las tasas de interés y fundamentalmente la Oferta Monetaria, que es la cantidad de dinero (ya sea en efectivo o en depósitos a la vista) disponible para las transacciones económicas.



En esta nota vamos a tratar de desterrar varios mitos, y aclarar algunas cuestiones.

En primer lugar, es falso que todo aumento en la emisión monetaria genere inflación. Si la emisión de dinero está en relación al aumento nominal y real del PBI no tiene por qué generar inflación. A lo sumo convalida los aumentos de precios ya producidos.

Cuando un gobierno aumenta la Oferta Monetaria se dice que tiene una política monetaria expansiva. Esta expansión monetaria, siempre y cuando no sea desmesurada, y acompañe el ritmo de crecimiento de la economía, permite el acceso al crédito, a la inversión, y por lo tanto influye en forma positiva en la economía real (mayor producción, más puestos de trabajo).

Lo contrario es una política monetaria restrictiva, es decir reducir la Oferta Monetaria, lo cual significaría que no haya dinero para consumir, por lo tanto baja la inversión, baja la producción, aumenta el desempleo, y bajan los precios. Es una forma un tanto inhumana de mantener la “estabilidad de los precios”, a costa de generar desempleo. 
Ya vimos en una nota sobre las causas de la inflación, que existen otros factores que generan inflación, y que por lo tanto la solución de políticas restrictivas recomendadas por los monetaristas no sólo no es adecuada, sino que puede resultar nefasta para el bienestar social.
En esas notas hablamos sobre la inflación inercial, la inflación especulativa y la inflación por puja en la distribución de ingresos, que no se solucionan con recetas neoliberales. Requieren de mecanismos más complejos que lleven al aumento de la inversión y de la Oferta de Bienes y Servicios.


Estados Unidos de Norteamérica emite el dólar, la moneda de cambio más usada a nivel internacional.
La historia económica hizo que este país pudiera emitir muchos más dólares que su PBI, por lo cual el planeta está inundado de dólares virtuales, sin ningún respaldo. Este mecanismo le permite a EE. UU. encubrir y exportar su inflación y sus déficits al resto del mundo.

Por eso sería importante pensar en otra forma de ahorrar, y pensar a nivel Unasur, en otras monedas para el intercambio comercial internacional. Depender del dólar significa financiar los desequilibrios macroeconómicos de los EE. UU. con nuestro esfuerzo.
Tenemos una cultura del ahorro o atesoramiento de dólares, especialmente en Argentina por la historia inflacionaria.
Durante nuestra historia, la cotización del dólar se disparó muchas veces generando pérdida del poder adquisitivo de nuestra moneda.
Actualmente el Banco Central de la República Argentina tiene una política cambiaria  de dólar administrado. El BCRA cuenta con suficientes Reservas Oficiales como para comprar o vender dólares según sea necesario para mantenerlo en niveles adecuados, por lo que no hay posibilidades de una devaluación abrupta.

Las últimas medidas del BCRA que disponen que para adquirir dólares en Argentina se debe demostrar el origen de los fondos que se destinan a dichas compras, están acordes a un país que actúa dentro de la legalidad.
Estas medidas tan criticadas por los liberales, como siempre que el estado decide regular algún elemento de la economía, tienen dos objetivos:

1)      Que quienes compran dólares, deban poseer suficientes ingresos “en blanco”, es decir declarados ante la AFIP, para justificar el origen de los fondos. De esta manera quienes evaden impuestos en la economía informal no pueden adquirir fácilmente moneda extranjera.

2)     Evitar la llamada “fuga de capitales”, que en parte se produce cuando el público decide cambiar todos sus pesos por dólares para atesorarlos, o cuando las empresas hacen lo mismo o los envían al exterior. Con estas medidas las empresas también tienen que demostrar mediante sus balances el origen de los fondos que destinan a la compra de dólares u otra moneda extranjera.

Existen otros mecanismos especulativos que algunos agentes económicos utilizan para comprar dólares fuera del circuito legal. Es el famoso dólar ”blue”, o mercado paralelo. Quienes compran y venden en ese pequeño mercado lo hacen en forma ilegal. Representa actualmente menos del 10 % de las operaciones, de modo que el valor de ese dólar paralelo no tiene significado para ser tomado como referencia. Su valor, más alto que el oficial, varía por expectativas y especulaciones que hacen subir su demanda respecto de la escasa oferta.
El “Contado con liquidación” es otra operación, pero legal, que sirve a agentes económicos que invierten en la Bolsa, para conseguir dólares a un costo más alto, ya que hay de por medio una operación de compra y venta de títulos públicos que cotizan en el exterior. Se compran en pesos en Argentina, se transfieren a New York donde cotizan en dólares, y se venden.
Todas estas operaciones  implican un costo mucho más alto para la obtención de dólares.

En síntesis, respecto del dólar, Argentina no está en la etapa neoliberal de los 90 en que la cotización era un artificio que destruyó la industria y nos endeudó en forma millonaria con el exterior, para luego estallar.

Argentina tiene suficientes Reservas (actualmente más de 47.000 millones de U$S) en el BCRA, de origen genuino, producto del superávit comercial, como para seguir administrando el tipo de cambio.
Por lo tanto, el tipo de cambio seguirá fluctuando según la política cambiaria del estado nacional, con muy pequeñas devaluaciones a lo largo del año, que permitan mantener la competitividad de la economía, tema para tratar en otra nota, ya que la competitividad de la economía está dada también por otras variables como la productividad. 

martes, 15 de mayo de 2012

Más sobre Comercio Exterior Argentino. La Importancia del Superávit Comercial.


El Balance de Pagos de un país nos muestra los motivos por los cuales ingresan o egresan divisas (moneda extranjera) del mismo.

La Cuenta Corriente del Balance de Pagos se compone básicamente de:

1) La Balanza Comercial 
2) La Balanza de Servicios
3) La Balanza de Rentas, llamada también Rentas Netas del Exterior.

Vamos a detenernos en cada punto, comenzando por el tercero.

Como expliqué en el artículo anterior, llamamos Inversión Extranjera Directa (IED) a los flujos de capitales provenientes de otros países que ingresan al país para radicarse en forma de filiales de empresas extranjeras o generar algún tipo de inversión en el país para producir algún bien o servicio.
Estos flujos deben ser regulados por el estado porque la IED tiene efectos positivos en la economía cuando amplía la capacidad de planta de la industria, cuando ayuda a generar una matriz diversificada de producción, cuando aporta conocimientos tecnológicos e innovaciones, cuando crea puestos de trabajo de calidad, pero no cuando se dedica a extraer recursos naturales sin agregar valor, y tampoco cuando la intención es remitir la totalidad de las utilidades a sus casas matrices en el exterior.

En realidad el Estado Nacional debe regular u orientar no sólo los flujos de IED, sino también la inversión privada de capital nacional, ya que desde un enfoque heterodoxo de la economía, y vistos los resultados nefastos provocados por el neoliberalismo, sin la intervención del estado con políticas y regulaciones claras, el legítimo fin de lucro de los empresarios puede generar inversiones especulativas y no productivas.

Como también se detalló en el artículo anterior, las filiales de empresas multinacionales de capital extranjero, radicadas en Argentina, remiten ganancias a sus casas matrices en el exterior, provocando salida de divisas.
Al revés, las empresas de capital nacional que poseen filiales en el exterior, remiten ganancias a nuestro país; pero estas últimas son muchas menos que las primeras, en una economía que desde hace décadas está extranjerizada, en un mundo dominado por las multinacionales.
La diferencia generalmente negativa entre las ganancias en forma de divisas que entran y salen del país por este motivo se denomina Rentas Netas del Exterior (RNE), y es uno de los componentes del Balance de Pagos del país.

El otro componente fundamental del Balance de Pagos es la Balanza Comercial y de Servicios, es decir la diferencia entre las Exportaciones y las Importaciones de bienes (Balanza Comercial) y de servicios.



El Saldo de la Balanza Comercial argentina es positiva desde 2003 hasta la actualidad, es decir que las Exportaciones superan a las Importaciones.
El actual gobierno argentino logró un Superávit Comercial importante en los últimos 9 años con las políticas de fomento a las exportaciones con valor agregado.
Ese saldo positivo representa divisas genuinas que ingresan al país, y es un saldo imprescindible para compensar el saldo negativo de las Rentas Netas del Exterior (RNE).

Si al saldo positivo o superávit comercial le restamos las RNE nos da que desde 2003 a la actualidad, hemos tenido 9 años seguidos de Superávit en la Cuenta Corriente del Balance de Pagos, es decir el superávit comercial proveniente de la diferencia entre exportaciones e importaciones compensó de sobra el saldo negativo de las RNE.  

En la década neoliberal de los 90, el saldo de la Cuenta Corriente del Balance de Pagos era permanentemente negativo. Esto significaba que el país vivía endeudándose, que la posición de Argentina era deudora respecto del resto del mundo, y que el ahorro nacional no era suficiente para financiar la inversión.

El saldo positivo que Argentina mantiene en la gestión de Néstor Kirchner y Cristina Kirchner, representa la posibilidad de desendeudamiento externo como se viene haciendo, representa una posición acreedora y no deudora del país respecto del resto del mundo, y significa que el ahorro nacional es más que suficiente para financiar la inversión, que además necesitamos que aumente.

La política de restricciones a las importaciones de bienes que se pueden comenzar a fabricar en el país, más allá de los inconvenientes coyunturales que puede causar por alguna falta parcial de insumos o cuellos de botella, es esencial para reindustrializar el país, para nuestro desarrollo, y para mantener ese superávit comercial que nos da soberanía económica.

En próximas notas, vamos a tratar un tema relacionado, que es la política monetaria y cambiaria, para desterrar el mito de que las regulaciones a la compra de divisas son negativas para la economía.
Toda intervención del estado en la economía que forme parte de una política de industrialización, de crecimiento “parados en nuestros propios recursos”, y de desarrollo con inclusión social, es positiva,  necesaria y debe ser asimilada por los agentes económicos.  

domingo, 13 de mayo de 2012

Qué es la Inversión Extranjera Directa...¿es necesaria?


Llamamos Inversión Extranjera Directa (IED) a los flujos de capitales provenientes de otros países que ingresan al país para radicarse en forma de filiales de empresas extranjeras o generar algún tipo de inversión en el país para producir algún bien o servicio.

En Latinoamérica y específicamente en Argentina, tenemos miles de ejemplos de Inversiones Extranjeras Directas (IED) a lo largo de toda la historia. Empresas como Ford Argentina, los bancos de capital extranjero, etc., son todas filiales de empresas de capital extranjero, que actúan en el país hace décadas.

Existe el mito, fogoneado por los medios de comunicación y los economistas liberales, partidarios de la desregulación de los mercados, de que Latinoamérica sólo puede crecer y desarrollarse si aumenta la Inversión Extranjera Directa (IED).
Esto es un mito, no es la realidad, lo cual no significa que recibir IED productiva sea negativo.

Recibir Inversión Extranjera Directa no es imprescindible para el desarrollo del país, ni es negativo, sino que los efectos de dicha IED dependen de cómo se aplique y cómo la regule el estado, ya que debe regularse, a diferencia de lo que dicen los neoliberales.

Es positivo para el crecimiento y el desarrollo del país recibir IED que genere innovaciones tecnológicas y puestos de trabajo relacionados con los planes del gobierno para diversificar la matriz productiva del país. Es más positiva cuando un alto porcentaje de sus ganancias las reinvierten en ampliar sus capacidades de planta en el país, aumentando la Oferta Agregada, en lugar de llevarse la totalidad de sus ganancias al exterior.

Justamente hay tres serios problemas que han tenido en Latinoamérica y en Argentina en especial las Inversiones Extranjeras Directas (IED):

1)     El primer problema es que en la mayoría de los casos, por ejemplo en el caso de las empresas de servicios públicos privatizadas en la década del 90, no han reinvertido sus ganancias en el país, sino que han remitido la totalidad de dichas ganancias al exterior, lo cual crea problemas en la balanza de pagos por la salida de dólares.

2)     El segundo problema, es que al no reinvertir ganancias, no han hecho innovaciones tecnológicas importantes, y en muchos casos se han dedicado a la extracción de recursos naturales sin generar valor agregado (caso de Repsol YPF, actualmente recuperada para el Estado argentino con la expropiación legal).

3)     El tercer problema consiste en que muchas IED en lugar de venir al país a generar un nuevo emprendimiento productivo, generando más producción, lo que hacen es comprar o absorber a  empresas de capital nacional. En esos casos, si no hay aumento de capacidad de planta, no hay aumento del valor agregado ni de puestos de trabajo, sino que dejamos de tener empresas de capital nacional, para que pasen a ser de capital extranjero. Y surge ahí nuevamente el problema del envío de sus ganancias al exterior.


Según el estudio “La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2011” de la CEPAL,  América Latina y el Caribe recibió 153.448 millones de dólares de inversión extranjera directa (IED) en 2011, cifra que representa 10% de estos flujos mundiales.
Los principales receptores de inversión extranjera directa en la región en 2011 fueron Brasil (66.660 millones de dólares, que representan 43,8% del total de flujos a la región), México (19.440 millones de dólares), Chile (17.299 millones de dólares), Colombia (13.234 millones de dólares), Perú (7.659 millones de dólares), Argentina (7.243 millones de dólares), Venezuela (5.302 millones de dólares) y Uruguay (2.528 millones de dólares). De estos países, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay alcanzaron récords históricos.




Nuevamente los medios de comunicación hegemónicos critican la política económica del gobierno argentino de intervención en la economía, manifestando que el resultado de esta política es que Argentina es uno de los países que recibe menos IED. Brasil recibe mucho más, como se ve en los datos, pero justamente lo que no dicen los liberales es que esa desmesurada IED le ha creado a Brasil serios problemas de capitales especulativos, que ahora ha decidido comenzar a regular. Esto no significa negar que la IED le ha permitido a  Brasil, como a otros países, ayudar a aumentar su PBI.

En síntesis, es positivo seguir recibiendo Inversión Extranjera Directa (IED), y de hecho la IED sigue entrando a la Argentina. Pero el estado debe regular los flujos de capitales, y debe orientar la inversión privada, tanto la nacional como la extranjera, de acuerdo a la política de desarrollo nacional.

La IED tiene efectos positivos en la economía cuando amplía la capacidad de planta de la industria, cuando ayuda a generar una matriz diversificada de producción, cuando aporta conocimientos tecnológicos e innovaciones, cuando crea puestos de trabajo de calidad, pero no cuando se dedica a extraer recursos naturales sin agregar valor, y tampoco cuando la intención es remitir la totalidad de las utilidades a sus casas matrices en el exterior.
Es necesario que las IED reinviertan en el país. Para eso cuentan con la principal “seguridad jurídica y económica”, que es un país en crecimiento, que abandonó el estado neoliberal para pasar a constituir un estado nacional.

Por ello, para finalizar, es importante fomentar la inversión nacional, que el ahorro nacional, que es importante en cifras en Argentina, se vuelque a la inversión, y no depender sólo de la IED.
En los últimos años el estado argentino otorga créditos a baja tasa de interés para inversiones productivas a pequeñas empresas. Las pequeñas empresas son fundamentales para generar alto valor agregado, innovaciones tecnológicas y puestos de trabajo de calidad.




jueves, 10 de mayo de 2012

Gasto Público en Argentina en el Estado neoliberal y en el Estado Nacional


El Estado neoliberal y el Estado Nacional en la Argentina reciente.

En notas anteriores he explicado que Argentina ha pasado de un estado neoliberal (etapa que abarcó entre 1976 y 2002 salvo algunas políticas puntuales del gobierno del Dr. Raúl Alfonsín), a un estado nacional desde el año 2003 a la actualidad con los gobiernos del Dr. Néstor Kirchner y la Dra. Cristina Fernández de Kirchner.

Hemos caracterizado ambas etapas:

La etapa del estado neoliberal se caracterizó fundamentalmente por la desindustrialización, el aumento de la deuda pública externa, las privatizaciones de las empresas públicas claves para el desarrollo del país, el déficit fiscal generado a pesar de los ingresos públicos por las privatizaciones, la desregulación indiscriminada del comercio exterior, generando contante déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, el aumento del desempleo que llegó al 26 % en 2002, el aumento de la pobreza y la indigencia.
Un porcentaje reducido de la población, con el artificio de la convertibilidad que estalló en el año 2001/2002, podía acceder a bienes de consumo a bajo costo, con un dólar muy barato, bajo la engañosa sensación de que vivíamos en el “primer mundo”, cuando en realidad todo era PRESTADO, nos estábamos endeudando cada vez más, ya que los recursos provenían de préstamos externos, inversión externa y desastrosas privatizaciones.

La actual etapa de retorno a un estado nacional, como ya hemos explicado en una nota anterior, se caracteriza por los equilibrios macroeconómicos, tanto en lo fiscal como en el mantenimiento de un sólido superávit comercial que nos permite mantener Reservas en el Banco Central de origen genuino y no provenientes de endeudamiento externo.
Las actuales Reservas del BCRA se originaron en la compra de moneda extranjera por parte del gobierno nacional producto del superávit comercial, algo que no sucedía hacía décadas.



En este estado nacional observamos también un fuerte crecimiento del PBI, una disminución del desempleo, que se ubica actualmente en el 6,7 %, disminución de la pobreza, desendeudamiento externo, recuperación de algunas de las empresas privatizadas en los 90 para volver a ser controladas por el estado, administración del comercio exterior, y entre otras cosas, una reindustrialización que abre el camino hacia el desarrollo integrado de campo e industria con inclusión social.
Resta un largo camino para recuperar otras empresas y recursos estratégicos que deben estar en la órbita del estado nacional, pero las diferencias en cuanto a cambio de paradigma económico y en cuando a resultados tangibles en el bienestar social son evidentes. Hoy Argentina lidera el cambio en Latinoamérica, junto a países hermanos como Brasil, pero es Argentina el que tiene el más alto IDH (Índice de Desarrollo Humano, calculado por las Naciones Unidas).


El Gasto Público en el Estado Nacional.
Qué es el Resultado Fiscal Primario y el Resultado Financiero. Su evolución en Argentina.

También en notas anteriores, he tratado el tema de la teoría keynesiana, y la importancia de aumentar el Gasto Público sobre todo en etapas de contexto internacional recesivo, para evitar con esas políticas anticíclicas perder puestos de trabajo.
Argentina ha ejecutado con éxito esas políticas anticíclicas en los últimos años, y nuevamente nos toca en 2012 enfrentar un contexto internacional de recesión.
Europa y otros países con crecimiento casi nulo para este año, hacen que la demanda global del mundo decrezca, con lo cual administrar el comercio exterior ha sido una decisión fundamental para Argentina, al igual que no reducir el gasto público.


El Resultado Financiero o Fiscal es el Superávit o Déficit Fiscal Primario menos los intereses pagados por la deuda pública. El Resultado Fiscal Primario es la diferencia entre Ingresos Públicos y Egresos Públicos, sin contar el pago de intereses de la deuda.

Argentina tiene Superávit Fiscal Primario entre 2003 y hasta la actualidad, como nunca en los últimos 35 años. Si restamos los intereses pagados por la deuda pública, de la última década, sólo los años 2009, 2011 y lo que va de 2012 dan un pequeño Déficit Financiero, muy bajo en cuanto a porcentaje del PBI. Por lo cual podemos concluir que estamos en una etapa de equilibrio fiscal.

La tabla anexa debajo de la nota nos demuestra que en la etapa neoliberal, con endeudamiento externo, con desocupación, con pobreza en crecimiento, el estado mantenía fuertes y constantes déficits fiscales en porcentaje del PBI, por ejemplo obsérvese que en 1996 tuvimos un Resultado Financiero negativo de más del 2 % del PBI. Para tomar otro ejemplo, en el año 2001 el Déficit Financiero o Fiscal fue del  3,25 % sobre el PBI.

Nótese que en la etapa que va entre 2003 y 2011, el Resultado Financiero pasó a ser positivo, salvo en 2009 y 2011, y cuando fue negativo, ese signo negativo nunca llegó al 2 % del PBI.
Y esta política de equilibrio fiscal se da en Argentina junto con una política fiscal expansiva, con aumento de la recaudación impositiva y del gasto público, con políticas sociales para redistribuir la riqueza, aumento del gasto público en educación (que hoy supera el 6 % del PBI) y con la inclusión al sistema jubilatorio de más de 2,5 millones de personas que estaban excluidas.
En síntesis, tenemos una mejor distribución de la riqueza, sin entrar en desequilibrios macroeconómicos.
Este es el resultado de la política de un gobierno que eligió el camino de un estado nacional. Si seguimos por esta senda, lograremos hacer realidad el sueño de un desarrollo integral con equidad social.


Tabla Anexa.
Argentina: Sector Público Nacional.

Resultado Financiero o Resultado Fiscal entre 1993 y 2011, PBI a valores corrientes, y porcentaje del Resultado Fiscal sobre el PBI.

Aclaración: El Resultado Fiscal o Financiero equivale al Resultado Fiscal Primario menos los Intereses de la Deuda Pública.

Año
Resultado Financiero o Fiscal (millones de $)
PBI en millones de pesos Corrientes
% Resultado Fiscal / PBI
1993
          2.730
       236.505
         1,15
1994
-           84,3
       257.440
        -0,03
1995
-      1.373,3
       258.032
        -0,53
1996
-      5.514,4
       272.150
        -2,03
1997
-      4.319,9
       292.859
        -1,48
1998
-      4.073,5
       298.848
        -1,36
1999
-      4.768,1
       283.523
        -1,68
2000
-      6.791,6
       284.204
        -2,39
2001
-      8.719,3
       268.697
        -3,25
2002
-      4.549,3
       312.580
        -1,46
2003
          1.805,3
       375.909
         0,48
2004
        11.657,8
       447.643
         2,60
2005
          9.418,1
       531.939
         1,77
2006
        11.623,0
       654.439
         1,78
2007
          9.296,1
       812.456
         1,14
2008
        14.654,8
    1.032.758
         1,42
2009
-      7.131,1
    1.145.458
        -0,62
2010
          3.067,9
    1.442.655
         0,21
2011
-      30.662,9
    1.842.022
        -1,66

(Fuente: MECON).